martes, 5 de febrero de 2013

¿Por qué siempre perdiendo?


 


¿Por qué siempre perdiendo?
El nombre está tomado de un espectáculo de Faemino y Cansado,  me gusta y es una afirmación rotunda y provocadora. Y en muchos momentos de mi vida, en la gran mayoría diría, me he sentido así, con o sin motivos.

La estética del perdedor es mucho más elegante que la del triunfador. Ganar me resulta desagradable y en algunos casos, incluso de mal gusto. Perder te aporta más experiencia que ganar - aunque si de los errores se aprende yo ya sería premio Nóbel-. Hay mil formas de perder pero solo una de ganar. Los triunfadores no me interesan, esa sonrisa de superioridad, el orgullo de la victoria, la mediocridad del triunfo. Las únicas victorias que me interesan son las épicas, las pírricas, en las que aún ganando se pierde todavía más.

Los dibujos del correcaminos y el coyote son una alegoría en ese sentido.  Su creador (Chuck Jones) ya nos lo advirtió, "el Coyote es mi realidad, y Buggs Bunny mi meta".

El coyote representa al hombre perdedor, o si no queréis generalizar tanto, me representa a mi. Todos los capítulos se desarrollan en el desierto árido e inhóspito que es la vida. El correcaminos representa mis sueños, mis anhelos y deseos. Pasan por delante mío a gran velocidad, en ocasiones se detienen un momento para generarme la falsa esperanza de que puedo atraparlos pero inmediatamente desaparecen a una velocidad muy superior a mi capacidad de captura. Trato de ingeniármelas con todo tipo de artilugios e inventos, que fracasan estrepitosamente, siempre. El coyote, hambriento, agudiza su ingenio. El correcaminos se mantiene hierático, inexpresivo y corre, siempre corre y esquiva todas mis trampas, insensible, está en su naturaleza.  

La actitud del coyote es la correcta, después de los tremendos batacazos conserva la dignidad, no se rinde, continúa su lucha, se levanta, se sacude el polvo y piensa que la próxima vez será mejor. Mantengo la ilusión de atrapar aquello que deseo. Y así sucesivamente, día tras día, siempre perdiendo. Pero levantándome otra vez, con humildad y honradez, continúo intentándolo. Aprendiendo. No hay que cejar en el empeño. Prohibido rendirse. El último capítulo no está escrito y quién sabe. Cada fracaso me enseña algo que necesitaba aprender, Dickens dixit.

Y como dijo Cela al respecto de todo esto que es la vida no merece la pena que nos dejemos invadir por la tristeza. Nada tiene arreglo: evidencia que hay que llevar con asco y con resignación. Y, como los más elegantes gladiadores del circo romano, con una vaga sonrisa en los labios

 Y para amenizar todo esto con música, la canción Loser de Beck:




Ah! y muy importante: ser un perdedor, un loser, fracasar no es lo mismo que ser un fracasado.