Los que no jugábamos al fútbol en el patio del colegio y que ahora circulamos por los márgenes de esta sociedad uniformadora.
Los que jamás respondíamos a las preguntas que hacían en clase y que ahora nos movemos en otras coordenadas ─ajenos al mainstream─; pero siempre con la preocupación de parecer normal.
Porque finalmente hemos aprendido el criterio de actuación: sigue las convenciones, pasa inadvertido y ves a lo tuyo.
¿Tenemos un don? Seguramente el de pasar desapercibido.