jueves, 13 de febrero de 2014

La Verdad y la Mentira



 El Estrés de Vivir una MentiraLa verdad es un concepto muy difícil de definir. Para mí la verdad debe fundamentarse en la relación entre dos elementos, relación que se establece por comparación: para que exista veracidad debe existir adecuación o conformidad entre estos elementos. Una primera aproximación a la definición de verdad puede ser que la verdad es la adecuación entre el enunciado y la realidad a la que se refiere.  El primer problema surge en la naturaleza de los dos elementos a comparar: enunciado y realidad. Esta definición se puede criticar, tanto por lo que se refiere al enunciado, como a la realidad. Los enunciados están construidos por palabras y, como se sabe, el lenguaje no es preciso, en ocasiones puede llegar a ser muy ambiguo. Por otro lado, la realidad es interpretable por el observador. De manera que se plantean múltiples dificultades para poder establecer criterios para determinar la veracidad de un enunciado: en primer lugar, definir exactamente que es lo que se afirma en el enunciado y, en segundo lugar, cómo se interpreta la realidad ya que también, depende de la percepción del observador.
                    Los expertos hablan de dos tipos de verdades ─yo creo que hay tantas como personas o incluso más─: las verdades ontológicas y las verdades epistemológicas. Las primeras se refieren a la realidad y las segundas al lenguaje. 
        En muchas ocasiones se define la verdad en contraposición con la mentira; de manera que se admite que ambas forman parte de un todo, son el anverso y reverso de la realidad. 
                 Me resulta curioso que el español no disponga de un verbo para decir verdades, antónimo de mentir. Eso parece indicar que normalmente lo que se dice es cierto, es verdad y nada más alejado de la «verdad».
De esta manera se empieza a dudar de que la verdad pueda considerarse como una cuestión objetiva, es decir, independiente de quien trata de analizar la veracidad de un enunciado.  Por eso, parece que la verdad se enmarca más en un ámbito subjetivo, interpretable, dependiente de los que van a evaluar la veracidad del enunciado y del contexto.
No obstante, se puede establecer una gradación en el nivel de objetividad de la verdad en función de la realidad o hechos a los que nos referimos. Por eso cabe hacer una distinción entre diversos tipos de verdad: una de carácter más psicológico que tiene que ver con las percepciones, pensamientos, sentimientos y la ética y otra del tipo científico más relacionada con los conocimientos científicos que pretenden ser por definición lo más objetiva y universal posible.
     En el ámbito cotidiano estos problemas existen igualmente. En la mayoría de casos, por una cuestión de practicidad se tiende a establecer unas convenciones, es decir, se admiten una serie de cuestiones como verdaderas para poder entendernos y convivir con mayor facilidad.
         En este ámbito diario o social, muy vinculados con la verdad, están los conceptos de sinceridad e hipocresía. Y qué decir respecto de la mentira tan reprobada socialmente, ─hasta cierto punto─ y, sin embargo, tan necesaria para poder convivir.
             Capítulo aparte se merece la sinceridad en el ámbito de las relaciones personales y especialmente en las sentimentales. La sinceridad es tan necesaria en las relaciones como lo es la mentira, el engaño y el fingimiento. Tal vez es una visión pesimista y negativa de las relaciones. La sinceridad suele comportar más problemas que el silencio o el engaño. En muchas ocasiones es preferible no saber ─el silencio, la omisión─ o ser engañados que conocer la verdad; la verdad es dura, hiriente y despiadada; la mentira suave y dulce. 
            Dadas las características que hemos comentado de la verdad ─subjetiva, convencional, interpretable,...─ resulta tan fácil manipularla. En ocasiones se puede manipular la verdad de una forma sutil y, sin mentir, no diciendo toda la verdad o entremezclando verdad con falsedad. Así por ejemplo, yo puedo afirmar que he estudiado en la Facultad de Derecho dando a entender que soy abogado y omito el que solo cursé unas asignaturas de primer curso. No he mentido, lo que he dicho es cierto: he estudiado en la Facultad de Derecho; pero al no decir toda la verdad induzco al que me está escuchando (le manipulo) a creer que soy abogado. 
            Normalmente la manipulación de la verdad obedece a unos intereses ─espurios─ o fines por parte de quien la manipula. Por eso, un buen criterio para detectar manipulaciones de la verdad es la de desconfiar de los que tienen intereses o fines contrapuestos a los nuestros.
            Os dejo con dos canciones que tratan de la mentira: el primero, un enigmático vídeo de la canción «En alas de la mentira» de Radio Futura y el segundo, la canción «Mentir» de unos primerísimos Gabinete Caligari, con una estrofa que vale por la canción «mentir es meterte en fuego».







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